martes, 22 de septiembre de 2015

La Hazaña del Barco Fantasma


No es extraño encontrar en estos tiempos que corren a mucha gente que opina que el mundo moderno ha convertido al ser humano en un ente que solo persigue la acumulación de dinero para ser feliz. Esta afirmación, que no deja de ser correcta, olvida que la búsqueda de beneficios económicos es algo que dista de ser una cuestión moderna y se hunde en los anales de la historia. Desde la expansión romana en busca de nuevas tierras de cultivo y esclavos hasta las guerras imperialistas por pedazos de África, nuestra civilización se ha movido siempre con un objetivo: lograr un beneficio.

Y fue esta búsqueda de beneficios, y no otro motivo, la que empujo a Europa al descubrimiento y colonización del mundo. ¿Curiosidad e interés científico? El justo. Fue la búsqueda de una ruta sin intermediarios (más beneficios por tanto) hacia las riquezas asiáticas la que lanzo a Portugal a bordear África durante el S. XV, y fue la búsqueda de esta misma ruta, pero de una manera más directa, la que llevo a Cristóbal Colon a descubrir América en 1492. Tanto es así que el descubrimiento de que se trataba de un nuevo continente que necesitaba inversiones y ofrecía poco comercio hizo que solo 10 años después de su descubrimiento siguiera la exploración en pos de superarlo y poder llegar a la rica Asia de la que hablaba Marco Polo.

Atravesar América


La exploración de las costas de América llevó al descubrimiento, en 1520, por parte de Hernando de Magallanes del estrecho que lleva su nombre al sur del continente, ruta que permitía internarse en el Océano Pacifico y seguir la ruta hasta Asia. Pero esta ruta tenia diversos problemas: el cruce del estrecho era peligroso, la travesia era excesivamente larga y la peor para las otras potencias europeas, estaba controlada por España, potencia mundial de la época. Con los tres caminos bloqueados: el terrestre por los musulmanes, la ruta africana por Portugal y la americana por España, países como Francia o Inglaterra tuvieron que buscar su propio camino. Empezaba la búsqueda del Estrecho del Noroeste.

El Estrecho del Noroeste, o Paso del Noroeste, era un paso que se suponía que permitiría superar América por su zona superior y bordeando su territorio llegar a Asia. Por supuesto, era un paso atractivo para los comerciantes del norte de Europa ya que era más rápido y directo que los otros y estaba libre del control hispanoportugués. Esto hizo que marinos como John Cabot, Martin Frobisher o Willem Barents buscarán en la costa norte de Norteamérica la entrada a dicho paso, pero sin éxito. Pese a todo consiguieron explorar y colonizar territorios, lo que al final también sería beneficioso para sus naciones.



Estos fracasos hicieron que los europeos dejaran de buscar el paso durante casi 200 años, por considerarlo imposible. Solo la llegada de Rusia al Pacifico y la exploración que realizo el danés a servicio de los zares Vitus Bering de Alaska en el 1728 resucito el interés en el paso. No parecía seguro que el paso existiera, pero su exploración permitió descubrir y colonizar dicho territorio, llevando el comercio europeo hasta aquellas latitudes.

La hazaña del "Octavius"


Seria precisamente la llegada de este comercio la que demostraría la existencia de dicho paso, aunque con una historia que es digna de contar, ya que fue realizada por un buque fantasma. El año 1762 el comercio que se realizaba en Alaska llevó al buque británico Octavius, que regresaba de una expedición comercial a China, hacia la entrada del paso. No se sabe si fue una tormenta o fue una decisión de su capitán, pero el Octavius se internó en las frías aguas del Océano Ártico entrando en un paso no se había comprobado que existía.

Y fue el Octavius quien demostró su existencia, ya que fue el primer buque que logró superar el Paso del Noroeste y que alcanzó desde el Océano Pacifico el Océano Atlántico por el norte de América. El cruzar el paso fue algo meritorio, obviamente, pero se vio eclipsado por un pequeño problema. Y es que el siguiente buque que tuvo contacto con el Octavius fue un ballenero danés, el Herald, que faenaba cerca de Groenlandia cuando lo vio aparecer entre la niebla el 11 de Octubre de 1775. Si, como lo oyen, el Octavius tardó trece años en recorrer el paso y lo que es peor, toda su tripulación murió congelada durante este lapso de tiempo; por tanto podemos afirmar que todo el mérito de la acción se ve ligeramente empañado por dichos problemas.

Posible recorrido del "Octavius"
Por supuesto, conocemos esto gracias a la tripulación del Herald que abordó el barco junto a su capitán aquella mañana de Octubre, encontrando algo que no esperaban. Para empezar encontraron a la tripulación del Octavius  bajo la cubierta, cubierta por ropa de abrigo y mantas pero muerta de frio y en perfecto estado debido a la congelación. A este espectáculo funesto se sumó lo que encontraron en la cámara del capitán. Cuatro personas se encontraban allí, en la misma postura en la que habían muerto: el capitán escribiendo en el cuaderno de bitácora, una mujer recostada en la cama mirando a un hombre junto a un monten de serrín y con yesca y pedernal y un niño junto a él abrazado a un muñeco de trapo. Habían muerto peleando hasta el final por conseguir un fuego. Aquella escena hizo que la tripulación del  Herald abandonará el barco asustada, tras amenazar a su capitán con un motín si no lo hacían.

De regreso al ballenero la tripulación soltó amarras con el buque inglés, que siguió su camino perdiéndose de nuevo en la niebla. Pero su capitán había conservado el cuaderno de bitácora de su homologo inglés y, aunque faltaban hojas, seguramente arrancadas para encender fuego, pudo descubrir gracias a las que quedaban que habían salido de Inglaterra rumbo a China el 10 de Septiembre de 1761 y que al parecer el capitán había muerto, o esa era la última entrada que había, el 11 de Noviembre de 1762, tras estar 17 días varados en la banquisa ártica. Por tanto, llegó a la conclusión de que aquel buque fantasma había recorrido el Paso del Noroeste y que por tanto, dicho paso era real y existía.

Ejemplo de banquisa donde encalló el Octavius
Obviamente, ahora sabemos que el paso existe, pero hasta aquel momento se dudaba de su existencia y se creía que era imposible de recorrer, por lo que la hazaña del Octavius, pese a su fatal desenlace, demostró que la posibilidad de recorrer el paso era real y relanzó el interés por descubrirlo. Esto hizo que en los siguientes dos siglos diversos exploradores, la gran mayoría británicos o financiados por la Royal Navy (en el fondo quien controlaba Canadá era la Corona Británica) exploraran las distintas partes del paso, tanto desde el mar como desde tierra, siendo una expedición dirigida por Robert McClure en 1845 la primera en recorrer el paso, pero no completamente por mar, sino cubriendo diversas partes del recorrido con trineos.

El triunfo de Amundsen


No fue hasta 1906 cuando el noruego Roald Amundsen, descendiente de esos grandes marineros que fueron los vikingos, se convirtió en el primero hombre, vivo, que atravesó por mar el Paso del Noroeste a bordo del velero con motor de queroseno Gjøa en una expedición que empezó con mal pie, ya que se vio obligado a huir de sus acreedores.  Pese a ello el noruego fue capaz de recorrer el paso, eso sí, en un viaje de tres años al verse obligado a tener que detenerse durante los inviernos debido a la banquisa. Por tanto el paso era navegable, pero no acortaba distancias y otros trayectos como el que pasaba por el Canal de Panamá o de Suez seguían siendo más rentables económicamente, por lo que no se explotó el éxito y Amundsen tuvo que dedicarse a otras cosas, como llegar al Polo Sur en 1911.

El Gjøa 
A día de hoy el Paso del Noroeste sigue sin ser rentable económicamente debido a que solo está abierto y libre de hielos durante un periodo de alrededor de dos meses en verano, cuando la banquisa se retira. Por supuesto, nuestra tecnología nos permite recorrerlo con ayuda de rompehielos durante todo el año, pero sigue sin ser barato pese al ahorro en tiempo que supondría (de Londres a Osaka hay 15.700km por el paso, frente a los más de 20.000km que suponen Suez o Panamá) Pese a todo el cambio climático acecha y es posible que sea navegable durante gran parte del año en un plazo de no más de dos décadas, por lo que las potencias se preparan, como siempre, para controlar el Ártico y este paso estratégico que, con la ley en la mano, pertenece a Canadá. Curioso final, tan prosaico, para un paso descubierto por un barco fantasma.

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