martes, 30 de junio de 2015

Pisotear el escudo


¿Es el título de esta entrada excesivamente duro? Puede. ¿Me importa lo más mínimo? No. Este es mi blog y aquí pongo los títulos que me gustan ya que, en esta casa, aun mando yo. Aunque bueno, quizá lo de mandar y no mandar sea en estos momentos un tema peliagudo en Valencia, pero bueno…

Al tema. Voy a hablar del tema estrella de la temporada, de la gran noticia de lo que llevamos de verano, futbolísticamente hablando, en la capital del Turia: el fichaje, o no, o lo que sea, de Rodrigo Caio. Y ojo, no voy a hablar de su calidad, que resumiré en que, en mi opinión, no sirve para el Valencia y lo mejor que ha pasado es que finalmente no haya venido. Sino que este artículo va a tratar de otra cosa. Va a tratar del ridículo que ha hecho el club desde que se anunció su fichaje hace diez días.

El problema es que esto no viene de hace 10 días, el problema es que esto viene de hace un año, desde el mismo momento en que Peter Lim, que aún no era dueño del Valencia pero ya hacía y deshacía a su antojo, coloco como entrenador del equipo a Nuno Espirito Santo. Decisión más o menos criticable, pero licita, en el fondo quien se juega su dinero (O eso quieren hacernos creer) es el de Singapur. El problema de esta decisión es que se tomó sin importar lo que había en Valencia y ninguneando a un equipo que llevaba trabajando en el equipo un año y que había permitido a Peter Lim llegar a ser el dueño del club. Y lo más grave de todo, se creó una bicefalia que acabaría rompiendo el club en dos.

Pero donde realmente se fraguo el problema fue en Enero, la renovación de Nunosin ni siquiera cumplir objetivos y dándole poder en una parcela que ya tenía dueño, como era la confección deportiva, aumento esa sensación de bicefalia que acabó por explotar con el fichaje de Caio.

Y llegamos al punto álgido, el fichaje de Rodrigo Caio. Un fichaje que ha sido un despropósito desde el principio y que olía mal desde lejos, pero en realidad este no ha sido el problema, sino que ha hecho que por fin lo que se venía cociendo desde hacía meses acabará estallando, dinamitando de paso la planificación deportiva del equipo. La falsa paz que se vivía entre Nuno y sus “superiores” se rompió con la llegada de un refuerzo que nadie conocía, y que además venia de la mano de ese ser que parece controlar el futbol mundial: Jorge Mendes.

A partir de aquí nada se ha hecho a derechas. Para empezar la reacción por parte de Salvo y Rufete ante la llegada del jugador fue egoísta y desmesurada, sin mirar por el interés del club. Inmediatamente salto a las ondas como se había realizado el fichaje y la falta de lealtad de Nuno. Una actitud despreciable, sí, pero que debería haberse solucionado de puertas hacia dentro. Y eso no fue más que el principio. Guerra en las ondas, guerra en la afición, vuelta a las trincheras y recuerdos de aquella guerra Carboni-Quique que tanto daño hizo al Valencianismo.

Aunque el esperpento, lejos de terminarse, aún no había alcanzado el punto culmen. Lo de la tarde de ayer ya fue, con perdón, acojonante. Tras echarse atrás el fichaje de Caio, tres revisiones mediante, debido a problemas médicos empezó una guerra que ha terminado hoy con la marcha de Salvo, Rufete, Ayala y el resto de la estructura deportiva del club. Pero el problema no es ese, el problema es que durante todo este tiempo el prestigio del club no ha hecho otra cosa que caer y la fama de “casa de los líos” vuelve a planear sobre Mestalla tras unos meses de tranquilidad.



Y ojo, aquí no hay ni buenos ni malos. Ni unos ni otros han estado al nivel que se espera de una institución como el Valencia C.F. Es lo que tienen las luchas de poder, que poco importa para conseguir el objetivo. Y da igual quien gane, porque al final, quien pierde es el Valencia, que ha visto como toda su estructura deportiva salta por los aires en pleno periodo de fichajes y a solo mes y medio de jugarse la vida en la previa de Champions. Más de uno debería hacérselo mirar.

Eso sí, no me gustaría marcharme sin dejar algunas reflexiones que creo que son interesantes. De todo esto se puede hacer algo bueno si por fin se aclara quien es quien en el Valencia y quien toma las decisiones. Si va a ser Jorge Mendes el encargado de la parcela deportiva del equipo, que lo digan, si vamos a convertirnos en otro juguete en manos del portugués la afición merecería saberlo. Simplemente hay que aclarar las cosas. Aunque no interesa, porque con junto al poder llegaría la responsabilidad, y eso es algo que no casa con Mendes. Pero bueno, que no se engañen, la gente no es tonta, sabe quién está detrás de la planificación deportiva, si las cosas no salen, como siempre, se mirará al banquillo. Porque esto es futbol y aquí mandan los resultados.
                                                               
Y si sigue sin funcionar se mirara al palco, aunque el dueño del club no esté ahí y prefiera seguir sin pisar Mestalla. Esto no es una empresa al uso, señor Lim, esto no es un negocio. Dirigir un equipo no es como desembolsar un pastón por los derechos de imagen de Cristiano Ronaldo. Aquí, además de cuadrar los números la pelota debe entrar. Veo licito que haga negocio, veo licito que su amigo Mendes haga negocio, pero asegúrese que la pelota entre o tendrá problemas, porque ahora todo es responsabilidad suya y de la pareja de portugueses a quien ha dado mando en plaza. Los favores a Mendes, con su dinero, dejemos los Caios para el Atlético, que en Madrid estan más acostumbrados.

sábado, 27 de junio de 2015

Curiosidades Históricas - Los coches del oro



Hoy vuelvo a hablar de curiosidades históricas, esta vez una relacionada con la Primera Guerra Mundial. Antes de empezar con ella os pongo en antecedentes. Durante mi viaje a Alemania tuve la ocasión de visitar la ciudad holandesa de Groningen (os la recomiendo) y en su Grote Markt descubrí la librería Van Der Velde, un establecimiento coqueto y elegante donde me hice con “Ring of Steel” un libro escrito por Alexander Watson, curiosamente británico, en el que se narra la Primera Guerra Mundial desde el punto de vista de las potencias centrales: el Imperio Alemán y el Imperio Austro-Húngaro.

“Ring of Steel”, con un estilo sencillo y claro, narra distintas historias y curiosidades sobre la Gran Guerra, siempre dentro de los dos países germánicos, eso sí. Una de las que más me ha llamado la atención es la que voy a narraros a continuación, relacionada con algo que el autor llama “Gold Cars” y que yo he traducido como coches del oro, porque creo que es su más correcta acepción. Es que por desgracia no he encontrado ninguna referencia en español a esta historia, así que lo traduciré así.

Empezaré, como no, por el principio. Viajamos a los primeros días de agosto de 1914; concretamente al 3 de agosto, día en el que la guerra, que hasta ahora se había limitado a Austria-Hungría y Alemania por un lado  y Serbia y Rusia por el otro, acabo incluyendo a Francia con la declaración de guerra alemana. En ese momento la guerra pasó a ser mundial (o lo seria al día siguiente con la entrada en la guerra de Reino Unido) y los imperios centrales se vieron rodeados de enemigos.

Hay que entender que el día 3 de agosto, pese a que las declaraciones de guerra se habían lanzado y la movilización, en algunos casos como el austro-húngaro, llevaba ya en marcha una semana, la guerra parecía lejana e irreal en muchos puntos alejados de las fronteras entre los combatientes. Esto, unido a la desinformación que se vivía en las zonas rurales, hizo crecer muchos mitos entre los habitantes de dichas zonas, siendo uno de ellos el de los coches del oro, o “Gold Cars”.

Si cogemos un mapa de la época, o uno actual, y situamos a cada uno de los contendientes, observamos que las potencias centrales, pese a estar rodeadas de enemigos, también habían logrado aislar al Imperio Ruso de sus aliados: Francia y Reino Unido. Esto en un país como la Rusia de 1914, con graves problemas internos y que dependía del comercio exterior, era algo que preocupaba a los aliados y que era visto como una ventaja para los gobiernos alemán y austriaco. Este motivo, mantener el aislamiento ruso, sería el que llevaría al Imperio Otomano (que podía cerrar el Mar Negro a los rusos) a la guerra solo unos meses después. Es por ello que para muchos habitantes de Alemania y Austria-Hungría lo que voy a contar a continuación les pareciera cierto, ya que los aliados necesitaban ayudar a Rusia como fuera.



La evidente necesidad que tenían los aliados de aprovisionar a Rusia y el miedo que tenían los alemanes y austro-húngaros a los espías e infiltrados franceses hizo que el 3 de agosto unidades situadas en la frontera alemana con el país galo advirtieran a sus superiores que diversos coches franceses llenos de oro habían cruzado la frontera dispuestos a llegar a territorio zarista con estos suministros. Esta noticia corrió como la pólvora y llegó a Berlín, haciendo que el Ministro de Interior reaccionara con rapidez ordenando la búsqueda de estos coches. Como era de esperar la noticia se filtró a la prensa que, inflamada de espíritu patriótico, empezó a advertir a la población de la posible presencia de otros convoyes franceses con oro en su interior. La noticia incluso salto la frontera y la misma tarde del día 3 de agosto en la ciudad checa de Praga, bajo control austro-húngaro en aquel entonces, la policía reportará al gobierno imperial la entrada a través de la frontera bohemia de cuarenta automóviles rusos que marcharían al encuentro de los franceses.

Esto fue el inicio de tres días de locura, en el que la población de ambos imperios, con una mezcla de patriotismo y miedo, se dispuso a localizar dichos coches. Los pueblos se llenaron de barricadas, los campesinos empezaron a detener a cada automóvil que pasaba por sus tierras y unidades de reserva del ejército registraban el territorio en busca de los coches. Por supuesto, nadie encontró nada y empezaron a correr las más diversas historias sobre ellos. Algunos afirmaban que los franceses, tratando de pasar desapercibidos vestían como alemanes e imitaban su acento, otros afirmaban que en realidad quienes conducían dichos coches eran mujeres vestidas como cabareteras, pero el colmo llego el día 6 de agosto, cuando un periódico afirmó que por miedo a ser descubiertos habían abandonado sus coches, se habían vestido como campesinos y habían pasado a utilizar bicicletas. Contando que algunos periódicos afirmaban que los franceses transportaban alrededor de 26.000 kilos de oro, hubieran sido necesarios más de mil ciclistas para transportarlo. Pero nadie hizo los cálculos en aquel momento.

Fue entonces cuando por fin la sensatez regreso a los dirigentes de las potencias centrales y alguien puso fin a la disparatada historia. Hay que recordar que el día 6 de agosto la guerra como tal ya había empezado y las fuerzas armadas alemanas ya estaban combatiendo en Lieja, Bélgica, mientras Austria-Hungría hacia esfuerzos por contener a los rusos en Polonia. Es por ello que algunos oficiales empezaron a quejarse de los problemas logísticos que la búsqueda de los “Gold Cars” causaba, ya que era imposible cruzar el país en automóvil sin ser detenido por los habitantes de cada uno de los pueblos y verse obligado a demostrar que no era francés.

Como es obvio jamás existieron estos “Gold Cars”. Había intención por parte de los aliados de aprovisionar a Rusia, como es lógico, pero había otras maneras de hacerlo que mandar coches llenos de oro a través de territorio enemigo. Pese a todo la historia triunfo entre los habitantes de las potencias centrales y fue debido, sobre todo, a dos motivos, el primero fue el miedo de la población a la guerra y el segundo el interés del gobierno alemán por aumentar estos rumores para generar odio y patriotismo en su nación. Solo cuando esto resulto ser un problema para el esfuerzo de guerra alemán el gobierno detuvo los rumores y deshizo las barricadas y demás controles en su suelo.

Este es un ejemplo, otro más, de cómo la guerra sacudió a la población europea en 1914. Hacia 40 años que las naciones europeas no tomaban los fusiles y el miedo y el terror a lo desconocido inflamaba los corazones de sus habitantes. Estas reacciones, como muchas otras, fueron producto simplemente del miedo que, como es lógico, la población tenia a la guerra.

sábado, 13 de junio de 2015

Se acabó la farsa


Un año les ha durado la mentira. Un largo año en el que aún lograron que hubiera gente que creyera la trola que nos contaron cuando aterrizaron en Mestalla. Aquella farsa que repitieron por activa y por pasiva mientras que los hechos demostraban completamente lo contrario a lo que se empeñaban en repetir. "Amadeo Salvo y Rufete son gente importante en el proyecto". Y un cuerno.

Y eso que hace un año podían haber dejado las cosas claras desde un principio, el club es nuestro y estas son nuestras medidas. Pero no se atrevieron. Notaron el malestar en la afición por la marcha de Pizzi para traer a Nuno, un desconocido entrenador portugués, y no quisieron soliviantar al personal llevándose por delante, también, a dos estiletes del club. El gran artífice de la venta y el hombre que había construido gran parte de la plantilla. Querían hacerlo, necesitaban hacerlo, pero más necesitaban la tranquilidad.

Con el equipo en Champions, sufriendo como unos perros eso sí, y con el horizonte algo más despejado quizá ahora los vientos parecen más propicios. Ya no son unos recién llegados y están asentados en Valencia, la capacidad de maniobra es mayor y ahora no parece tan difícil cumplir con su objetivo. ¿El problema? Las formas. Hacer cosas como el fichaje de Cancelo o de Caio de espaldas a os que en teoría son tus aliados es la peor manera de tomar la decisión. Creo que han optado por forzarles a dimitir, en vez de echarlos, y quiza la estrategia les puede salir mal.

Porque la afición del Valencia no es tonta. Sabe que hay un nuevo dueño, sabe que este puede hacer y deshacer a su antojo, pero sigue teniendo opinión y sigue siendo soberana. Y sabe que si Lim esta aquí es porque Salvo peleo por él y que los grandes fichajes de este año, a saber Mustafi, Otamendi o Gayà (aunque no sea un fichaje) tienen el sello inconfundible de Rufete. Y también sabe que los dos grandes fiascos, Negredo y Enzo, vienen bajo el manto del nuevo dueño y de su Primer Ministro, Jorge Mendes.

Ya hubo malestar cuando en contra de toda lógica deportiva se renovó a Nuno en Enero sin ni siquiera haber cumplido el objetivo y con el equipo en plena crisis deportiva. De nuevo hubo malestar la semana pasada cuando el Valencia pagó un lateral prometedor a precio de realidad (Otamendi costó 12 millones, Cancelo 15..., es de ser imbéciles) y la llegada de un mediocentro brasileño casi desconocido por 12 millones y medio ha acabado por romper la farsa.

El Valencia será lo que Mendes quiera. Da igual que haya mejores jugadores, da igual que haya opciones más baratas, da igual que haya grandes gangas en el mercado. Sin el visto bueno del todopoderoso representante no se realizaran operaciones. Si, con Lim el equipo va a crecer, no lo duden, pero lo hará acompañado del beneficio económico de Mendes. Cuando antes quede claro mejor para todos; es amigo de Lim y se aprovechará de ello en su beneficio.

La cuestión, en realidad, no es que Lim no pueda hacer lo que quiera, está en su derecho, la cuestión es que se nos ha mentido en estos últimos meses haciéndonos creer que en el club había algo más que la mano del representante portugués. Ahora las caretas han caído y hay que tenerlo claro. ¿El problema? Que parece que la estrategia de fichajes va a alejarse de la coherencia y va a pasar al beneficio. Prepárense para ver pasar por Valencia toda clase de jugadores extraños, en operaciones raras para no jugar ni un minuto. ¿Recuerdan a Guilavogui, del Atlético de Madrid? Pues costó diez millones y está cedido en el Wolfsburgo... Es solo un ejemplo.

Por cierto, es curioso que los mismos periodistas que defendieron la importancia de Rufete en el organigrama del club sean los que denuncien que ahora no pinta nada...