Hoy voy a meterme en un mundo fantástico.
Las últimas entradas han tenido quizá demasiado tinte real y pesimista,
obligado por las circunstancias supongo, y hoy he decidido contaros algo muy
curioso, y gracioso, que oí el viernes pasado en una de las clases del master
al que asisto.
La importancia de una idea
A estas alturas, supongo que ya
muchos de los que me leen sabrán que soy Graduado en Administración y Dirección
de Empresas y mi interés por la innovación y el emprendimiento me ha llevado a
empezar un master dirigido a la gestión de dichas empresas innovadoras. Desde
que empecé en él he de decir que me ha servido de mucho (os lo recomiendo, ya
que estoy) y si bien no me han dado ninguna receta mágica para triunfar sí que
han conseguido que cambiara mi manera de ver el mundo. Y es que la innovación no
tiene porque medirse en Gigahercios, sino es algo más profundo.
No me gusta el marketing. La
putada es que vivo en un mundo el que el marketing lo domina todo y un enfoque
correcto desde ese punto puede convertir algo simple en una idea genial. Y es
que como dijo Steve Jobs: “Es un
mundo complicado y ruidoso. Y no vamos a tener la oportunidad de que la gente
recuerde mucho sobre nosotros”. Entonces, ¿Qué es lo que hay que hacer para
triunfar? Llamar la atención. Hacer algo original. Hacer que la gente se
detenga cuando te vea y tenga ganas de saber más. Y esto es lo que hace la compañía
que voy a presentaros hoy.
Genialidad
Meterse a emprender ahora,
tal como está todo, es una locura, y meterse en un sector tan competitivo y
saturado como el del mueble más todavía. Pero para @Pep_Torres,
@ovidal
y @marcvidal,
fundadores de Rien Furniture eso no fue un problema, porque tenían una idea
simple pero genial. Y es que estos tres emprendedores decidieron dedicarse a la
fabricación de muebles, sí, pero con una característica que les hacía únicos,
estos muebles estaban libres de monstruos. Con certificado y todo, como el que
vemos a continuación.
Y es que la idea, sencilla
como pocas, cumple con una de las grandes leyes del marketing, y es que no
vende un producto, sino que vende emociones. La emoción de la seguridad que da
que te aseguren que el mueble que acabas de comprar no tiene a ningún monstruo
dispuesto a devorarte cuando te descuides. Y para ello incluso han incluido un exhaustivo
control de calidad en el que el operario encargado de hacer el embalaje del
mueble comprueba que no se ha colado ningún monstruo dentro de la caja como se
ve en el vídeo.
El mejor ejemplo es su primer producto,
una cama equipada con un periscopio y un par de leds que permite que antes de
acostarse el usuario pueda comprobar que no hay ningún monstruo bajo de su
cama, aunque esto es solo el principio, están preparando otros productos.
Y si, parece obvio que los
monstruos no existen. ¿Pero no vale la pena estar seguros de ello?
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