lunes, 26 de enero de 2015

Europa debe volver al proteccionismo



Y sí. No me he vuelto loco. No nos queda otra… O hacemos eso o nos vemos abocados a una crisis eterna. Porque lo único que realmente crea riqueza es el sector secundario (y el primario, pero a menor nivel) y la economía de servicios está muy bien siempre que tenga un sector secundario fuerte que lo mantenga, sino te conviertes en un parque de atracciones.

Necesitamos industria


He llegado a esta conclusión reflexionando sobre la victoria de Syriza y Tsipras en las elecciones griegas. Y es que las ideas con las que llega el nuevo líder griego para echar una mano a la maltrecha clase obrera de su país son más que recomendables: prohibición del embargo de la primera vivienda, aumento del salario mínimo, restablecer la paga de navidad a pensionistas o garantizar el suministro eléctrico a todos los hogares. Medidas necesarias y de choque para aliviar la situación de su país, pero Grecia necesitará algo más que eso.

Y la solución griega, como la del resto de Europa en realidad, pasa por volver a crecer, por volver a generar riqueza y con ello generar empleo de calidad. Ello evitaría que el estado tuviera que cubrir las necesidades del pueblo. Y esta generación de empleo solo pasa por un sitio. Volver a industrializarse. Solo la industria es capaz de generar suficiente empleo de calidad para poder cubrir las necesidades de las poblaciones de Europa. La fabricación de cualquier producto requiere mucha más mano de obra que cualquier otra actividad económica,  y además genera riqueza real, ya que por ejemplo un trozo de madera vale mucho menos que una mesa.

Por supuesto, la industrialización tiene una serie de problemas graves en Europa. El primero de todos es que la Unión Europea desindustrializó el sur en su amor por el liberalismo y la ultra especialización. Al norte industrias intensivas en capital y conocimiento, al sur industria ligera y servicios para el norte. Ello hizo que países como España tuvieran que reconvertir su industria a los parámetros impuestos por Europa y dedicarse a la fabricación de productos fácilmente imitables y de poco valor añadido: mueble, zapatos, agroalimentaria… Y esta industria cuando llegan vacas flacas o aumenta la competencia se cae, como nos ha ocurrido.

El peor problema, sin embargo, no es que se parta de cero en la industrialización, sino que Europa debe competir contra otros productores contra los que no es posible hacerlo. Ya sea por una mayor capacidad industrial como Estados Unidos o por unos precios salidos de la explotación de trabajadores como China. Nuestros amados políticos, los mismos que nos han matado con la austeridad, nos dicen que la mejor manera de competir con ellos es bajar salarios y reducir costes. Esto es un error enorme, el ciudadano europeo no está dispuesto a ser explotado como si fuera un animal, ni Europa tiene la capacidad para generar costes bajos que tiene China. ¿Entonces cuál es la solución?

Aranceles


«Yo no sé gran cosa de aranceles. Lo que sí sé es que cuando compro una chaqueta de Inglaterra, yo me quedo con la chaqueta e Inglaterra con el dinero, mientras que si la compro en Estados Unidos, yo me quedo con la chaqueta y Estados Unidos con el dinero.»

Lo de arriba no lo digo yo. Lo dice Abraham Lincoln. Y es que curiosamente Estados Unidos, garante del libre comercio, fue durante gran parte del S. XIX un país proteccionista. En 1828 el noreste industrial impuso al resto del país unos altos aranceles a las importaciones para proteger su joven industria. Esto, que sería una de las causas de la Guerra de Secesión, ya que al sur le costaba más caro adquirir productos importados, también fue la base sobre la que se cimentó el poderío industrial estadounidense del que aun goza en la actualidad.

Si de verdad queremos que Europa vuelva a crecer necesitamos cerrar las fronteras a importaciones que puedan perjudicar nuestra industria y apostar por ella. Es algo que ya estamos haciendo en el sector primario y aunque tiene errores le ha permitido sobrevivir. Europa es capaz, por capital humano y económico, de tener una industria fuerte que repercuta en una gran economía. El problema es la falta de interés político en lograrlo a causa de esa farsa que es el libre comercio, que solo es cojonudo si eres más poderoso que tu rival, sino te hunde.

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